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JUEGO PATOLÓGICO


Lo que llamamos azar es
nuestra ignoracia
de la compleja maquinaria
de la causalidad

Jorge Luis Borges





El juego patológico se sitúa dentro de los trastornos de falta de control de impulsos.

El jugador patológico o ludópata cree que "su suerte va a cambiar", y tiene un pensamiento mágico sobre el juego

El gran problema es que la espiral del juego patológico pone en peligro las relaciones personales, el trabajo, la familia y la seguridad económica de la persona que padece este problema.



CRITERIOS DIAGNÓSTICOS JUEGO PATOLÓGICO

Criterios DSM IV para establecer el diagnóstico:


A) Comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente como indican 5 o más de los siguientes ítems:



1. Preocupación por el juego (pe: preocupación por revivir experiencias pasadas de juego, compensar ventajas entre competidores o planificar la próxima aventura, o pensar formas de conseguir dinero para jugar)

2. Necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado de excitación deseado


3. Fracaso repetido en los esfuerzos para controlar, interrumpir o detener el juego


4. Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrumpir o detener el juego

5. El juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas o para aliviar la disforia (desesperanza, culpa, ansiedad, depresión)

6. Después de perder dinero en el juego se vuelve otro día para intentar recuperarlo (cazar las pérdidas)

7. Se engaña a los miembros de la familia, terapeutas, etc. para ocultar el grado de implicación en el juego

8. Se cometen actos ilegales como falsificación, fraude, robo o abuso de confianza para financiar el juego

9. Se han arriesgado o perdido relaciones interpersonales significativas, trabajo y oportunidades profesionales por el juego

10. Se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la desesperada situación financiera causada por el juego


B. El comportamiento de juego no se explica por la existencia de un episodio maníaco.

CARACTERIZACIÓN DEL JUEGO PATOLÓGICO

La diferencia entre un juego no problemático y el juego patológico estriba en la capacidad de la persona para controlar de forma voluntaria su implicación en el juego, para dejar de jugar cuando lo desee. Sin embargo, en los jugadores patológicos la percepción de este control está frecuentemente alterada.

Se puede caracterizar el juego patológico como “una enfermedad adictiva en donde el sujeto es empujado por un abrumador e intolerable impulso de jugar. El impulso persiste y progresa en intensidad y urgencia, consumiendo cada vez más tiempo, energía y los recursos emocionales y materiales de los que dispone el individuo. Finalmente invade y a menudo destruye todo lo que es significativo en la vida de la persona”. 

La evolución hacia la conductas de juego lúdico hasta el desarrollo del juego patológico se caracterizan por una espiral de deterioro progresivo. Inicialmente la persona se acerca al juego para divertirse o pasar el rato, incluso puede que con el objetivo de ganar dinero de forma más rápida y fácil. Posteriormente empieza a jugar de forma sistemática y cada vez más frecuente, en parte por el placer del juego por el propio riesgo que conlleva y la situación de reto que supone dominarlo. Esto suele provocar pérdidas económicas cada vez más importantes. Cuando las pérdidas se acumulan y no se tienen más recursos, el juego se convierte en la única solución posible para recuperar las pérdidas, con lo que comenzará a buscar más dinero para recuperar todo lo que ha perdido hasta la fecha. 

Los pensamientos erróneos sobre la supuesta capacidad de controlar el juego: ilusión de control, guían esta actuación,, pero los resultados no cambian y el endeudamiento es cada vez mayor. A medida que la implicación avanza, las conductas y pensamientos están más centrados en el juego, interfiriendo con todo aquello que no tenga que ver con el mismo, por lo que los aspectos profesionales y personales quedan sometidos al interés por el juego.

¿PROBLEMAS CON EL JUEGO?

Si está leyendo esto, es posible que se esté planteando que jugar dinero está perjudicando su vida y afectando a su familia. 

El juego en sí mismo no es perjudicial, puede divertir y resultar emocionante. Sin embargo, cuando se convierte en una obsesión, resulta dañino. Se estima que entre un 0,5 y un 2,5% de la población tiene serios problemas con el juego. 

Principalmente son las máquinas tragaperras las que más problemas producen, seguido después de los bingos y otros juegos de azar.

Cuando se empieza a jugar las ganancias que se obtienen por puro azar favorecen en algunos casos, que poco a poco se aumenten las apuestas y el tiempo dedicado al juego. El jugar produce un placer especial, alivia el aburrimiento o el malhumor, ayuda a evadirse de los problemas. La persona piensa que tiene suerte, cree que puede sacar mucho dinero a esas máquinas y en determinadas circunstancias, empieza a creer que puede controlar el azar. A veces se gana, pero muchas veces se pierde (aunque el jugador normalmente sólo recuerda las ganancias). En ocasiones se llega a jugar a la desesperada para recuperar las pérdidas o pagar deudas. Las mentiras y la ocultación del juego es muy frecuente en las personas que han caído en una ludopatía.

La persona, cuando pierde dinero en el juego cae en un estado emocional muy negativo, la persona se considera mal padre, mala pareja o mal hijo. Se siente nervioso, con dificultades para dormir, alejado de su familia, de las relaciones personales y de las actividades que antes le agradaban. Empieza a pensar que el juego está dominando su vida, y se siente mal. Al cabo de unas horas o días, el pensamiento que domina es recuperar lo perdido jugando, cayendo en la trampa psicológica de pensar “sólo jugar hasta recuperar lo perdido”. Esta situación se convierte en un círculo vicioso de la que muchas veces la persona es incapaz de salir por si misma.. Las deudas se acumulan, se piden adelantos en el trabajo, se empeñan joyas… en ocasiones el juego se acompaña de consumo de alcohol, empeorando el problema.

Abandonar totalmente el juego es la forma en la que la persona con adicción al juego puede comenzar a solucionar la mayor parte de sus problemas (la adicción, los problemas económicos, familiares, laborales y su estado emocional).

Para conseguir romper con la adicción, la persona en muchas veces requerirá apoyo psicológico. Esta parte es importante, ya que por una parte se trabaja haciendo ver a la persona que sus creencias sobre el control del juego y el azar son erróneos, pero son comunes en la persona que tiene un problema con el juego.

Por otra parte es importante reforzar la autoestima de la persona, reconstruir sus relaciones personales y sociales y establecer un sistema de refuerzos positivos (actividades gratificantes) que le ayuden a superar su adicción. 

El tratamiento farmacológico es muchas veces necesario: actúa en los estados de ánimo depresivos, reduce la ansiedad, y en algunos casos se utiliza cuando la persona tiene obsesiones y compulsiones con el juego.

Además de la parte cognitiva, el tratamiento tiene una parte conductual, comenzando con una limitación del acceso al dinero y tarjetas, procurando la abstinencia completa en los primeros momentos. De forma simultánea se trabaja con la prevención de respuesta y técnicas de relajación para reducir la ansiedad. Posteriormente es importante trabajar la exposición a situaciones potencialmente peligrosas, para controlar las recaídas. 















DIFERENCIA ENTRE "JUGADORES" Y "LUDÓPATAS"

Exponemos una forma sencilla de caracterizar los distintos tipos de jugadores, entendiendo que pertenecen a un continuo, por lo que alguno de ellos puede estar a caballo entre los dos tipos:


JUGADOR SOCIAL O CONTROLADO: Juega ocasional o regularmente, lo hace por entretenimiento, satisfacción o en el marco de una interacción social, por ocio o placer, pero tiene un control total sobre esta conducta y puede dejar de jugar cuando lo desee. Puede variar mucho en el dinero jugado, tiempo jugado y juegos en los que participa, siendo la característica fundamental que la interrupción del juego está bajo su control. Aunque cuánto más intensa, frecuente o peligrosa sea la forma de jugar, y más se implique en el juego, más fácil será su evolución hacia jugador problema.


JUGADOR PROBLEMA: Juega de forma frecuente o diaria, con un gasto habitual de dinero que en alguna ocasión, por excesivo, le causa problemas, pero sin llegar a la gravedad del jugador patológico. Tiene menos control sobre sus impulsos que el jugador social y aunque suele atender regularmente a su familia y trabajo, y llevando una vida normal, el aumento de la regularidad del juego le exige gastar el tiempo y el dinero con mayor intensidad y dedicación. Si la cantidad de dinero aumenta y se está en el límite de no poder hacer frente a las deudas, o surge algún problema precipitante que provoque un incremento en la conducta de juego, puede llegar a convertirse en jugador patológico, existiendo un alto riesgo.

JUGADOR PATOLÓGICO: dependencia emocional del juego, pérdida de control respecto a éste, siéndole imposible resistir los impulsos de jugar. leva a cabo las conductas de juego de forma que su funcionamiento cotidiano se ve alterado y compromete los objetivos personales, familiares o sociales. El jugador patológico presenta unas conductas de juego descontrolado que responden a las siguientes pautas: frecuencia de juego y/o inversión de tiempo y dinero extraordinariamente alta, apuesta de una cantidad de dinero superior a la planeado y pensamientos recurrentes y deseo compulsivo de jugar, especialmente cuando ha perdido. La necesidad subjetiva de jugar para recuperar el dinero perdido, así como el fracaso reiterado en el intento de resistir el impulso de jugar, junto a las distorsiones o sesgos cognitivos.